Reflexión viajera a un año de inicio de la pandemia en Argentina

Mi reflexión, a un año de inicio del aislamiento obligatorio en Argentina, por la pandemia de COVID 19, se vincula con mirar a la distancia un año traumático, pero intentar rescatar aquello que pudimos resolver y salir a flote.-

Hoy, Marzo del 2021, se cumple un año desde que me dijeron «basta para mi, basta para todos» y comenzó el aislamiento obligatorio en Argentina por la pandemia mundial del COVID 19. Transcurrimos un año traumático, pero si hay algo para rescatar, es que me di cuenta que podemos ser felices con poco menos, con bastante menos… Un viaje al sudeste asiático en ochenta y seis mis cuotas como contrapartida a la felicidad efímera del «acá nomás» en una escapada al Delta o una plaza porteña- La reflexión que planteo es si vale la pena volver a las aspiraciones costosas y un poco descartables de antes, como única opción. Creo que no, pero permitime el spoiler, si te digo que no hay una respuesta correcta.

Reflexión post encierro

A mi me cuesta mucho ver el vaso medio lleno acerca de todo lo que paso durante esta pandemia…. Generalmente veo muerte, libertades cercenadas, y mentiras. Igualmente valoro y aplaudo a los que le ponen garra y una sonrisa a todo. Pero lo que quiero destacar con esta reflexión, es algo que pasó: No es bueno ni malo. Solamente pasó. Y a mi me parece super positivo: redescubrir el valor de lo simple y lo cercano.

No sé si es algo que llegó para quedarse. Pero que al menos nos quede una lección: se puede disfrutar con mucho menos de lo que creíamos. Obvio que a los que nos gusta viajar, todos los destinos del mundo nos van a resultar atractivos, pero ahora al distancia, creo que como blogger de viajes, estaba metida en una movida un poco pretensiosa….. Un viaje no podía ser a un pueblo cercano. Tenía que ser a Islandia en ochocientas cuotas.

Estos meses, me enseñaron que yo podía disfrutar con mucho menos. Por ejemplo, en una plaza de Buenos Aires. Las plazas y los parques me salvaron ! Siempre estuvieron ahí, yo las veía, las atravesaba, pero no las había disfrutado hasta ahora. Eran un paisaje lindo, una pintura en la pared, pero no eran para «usar»… Y sin embargo nunca en mi vida fueron tan buen plan como en el ultimo año. Si esto fuera un grupo de autoayuda, diría «Hola, Soy Dulcinea del Toboso y las plazas fueron mi salvación» 🙂

Vuela bajo, porque abajo….. Esta la verdad !

(Nota al margen: Para los que no saben de que va este titulo, les cuento que es una frase de una canción emblemática del genial Facundo Cabral «Vuele Bajo» )

Rescatar lo sencillo: una lona, un mate, sacarse las zapatillas en el pasto, tirarse a leer, ver la gente pasar, jugar a las cartas, comer sandwiches, charlar, escuchar música…. Buena energía. Tambien eran buenos espacios para cumpleaños, para reuniones familiares, para entrenamientos… De golpe lo sencillo fue bueno para todo. Nada y todo a la vez.

Mucho tiempo añore los viajes realizados, o lo que me «quedo pendiente» Poder volver mas dias a Estambul, ir en el transiberiano, volver a Grecia con mis hijos, o a Egipto… Y ahora me encuentro buscando entusiasmada la próxima escapada a Chascomus. Ahora parece que el campo, la laguna, el arroyo (que siempre estuvo ahi) es mas verde, mas lindo, mas tentador. Un pueblo que regala siestas y un rio para chapotear, parecen maravillosos. Pensar que cuando necesitaba naturaleza, serenidad o alejarme por un tiempo, también tenia muchas alternativas acá nomas….

Ojo que digo «también». Hacer kayak en la laguna de Lobos, no reemplaza un crucero en el Mar Egeo, claro esta…! Lo que digo es que como dice el dicho «a falta de pan, buenas son las tortas» y en este tiempo descubrí que eso me gusta también. Y que de eso también se puede generar contenido para el blog, y compartirlo y hacer que otros lo disfruten.

Los que me siguen en Instagram, saben que desde que pudimos volver a salir, redescubrí la bicicleta y disfruto de pasear por la ciudad. Con mi marido, nos encanta salir los fines de semana a rodar ciclovias porteñas en busca de parques, plazas, barrios, eventos y todo lo que nos llame la atención. Siempre hacemos «paradas técnicas» para descubrir un lindo lugar de comidas o bebidas… Encontrar rincones ocultos y hallazgos gourmet, casi que se convirtió en un deporte familiar. Somos felices con poco. O somos igual de felices que antes, pero con menos.

Tampoco quiero hacer una reflexión budista. No me quiero poner espiritual, porque no es mi estilo, pero si hubo una lección en todo este desastre es que se puede satisfacer el deseo con menos de lo que imaginábamos…. Y quisiera que siga presente en mi mente, cuando todo se termine y volvamos (con mucha suerte) a lo que conocíamos como normalidad.

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