Siempre llega el balance viajero para recapitular que paso en estos 365 dias pasados. En un año donde las despedidas fueron mucho mas que producto de un viaje, te abro mi corazon en este post para reflexionar sobre lo que significo para mi este 2024.
Este año 2024 ha sido, sin duda, una travesía emocionalmente desafiante. Con cada paso, me he enfrentado a pérdidas y momentos de incertidumbre que me llevaron a explorar rincones de mi alma que desconocía. A medida que me acerco a los 50 años, la fragilidad de la vida se ha vuelto más tangible, recordándome la importancia de valorar lo esencial y encontrar fortaleza en la vulnerabilidad.
Mi balance viajero: turbulencias y nuevas exploraciones
En medio de estas tormentas emocionales, los viajes han sido mi refugio. En solitario, redescubrí la paz al abrazar mi propia compañía, como lo hice en Iguazú, donde el rugido de las cataratas me ayudó a silenciar el ruido interno. Pero este año también me recordó algo fundamental: no siempre estamos solos en este camino.
En dos momentos clave, mis amigas se convirtieron en el sostén que necesitaba. Un viaje a Miami nos regaló días de risas y aventuras que me recordaron lo sanador que es compartir con quienes siempre están ahí, incluso en la distancia. Y luego, una escapada a Uribelarrea, mucho más cerca de casa, fue la excusa perfecta para desconectar y simplemente disfrutar de una charla tranquila al sol, de esas que te hacen sentir que, a pesar de todo, todo estará bien.
Los amigos son ese ancla que evita que nos perdamos por completo en el caos. Este año me enseñó que los momentos difíciles se alivian al compartirlos con quienes te conocen y te aceptan tal cual eres, con tus miedos, tus risas y tus silencios.
Cerrar el año viajando
Y como cierre perfecto de este capítulo, estoy haciendo lo que mejor sé: viajar. Porque no hay mejor forma de despedir el año que pasar fin de año con mi hermana, mi persona favorita en este mundo. Un viaje juntas es siempre garantía de risas, complicidad y el recordatorio de que el amor incondicional está a un abrazo de distancia.
Este 2024 se va, llevándose con él lágrimas, aprendizajes y memorias que atesoro profundamente. Y mientras miro hacia adelante, me siento agradecida. Cerrando este año como se debe, me preparo para recibir el próximo con el corazón abierto, lista para lo que venga. Porque si algo he aprendido es que, con el amor de los míos y la certeza de mi propia fortaleza, no hay desafío que no pueda superar.
Todo esto lo escribo, como corresponde desde un aeropuerto. 🙂