En nuestro segundo día arrancamos rumbo a Cachi (luego de alguna demora porque nuestra amiga Floxie estuvo jugando a la escondida). Pero no hay mal que por bien no venga, y la espera nos permitió conocer el centro de Salta y recorrer La iglesia San Francisco y el Convento San Bernardo, que ampliare sobre sus bellezas mas adelante.
Tardamos una cuatro horas en llegar a la ciudad de Cachi. Desde Salta, hay que ir hacia el sur y tomar la ruta 68 hasta la ruta provincial 33, que nos conduce hasta la quebrada de Escoipe, un lugar realmente maravilloso desde donde comienza a recorrerse uno de los rincones más pintorescos del norte argentino.
El camino esta acompañado por una vegetación casi selvática, que serpentea a lo largo del río que da origen a la quebrada y que, con sus crecidas y sequías, ha estado custodiando estos rincones desde hace millones de años.
De a poco, y luego de transitar casi 80 kilómetros, el camino comienza a cambiar rotundamente. La aridez le va ganando metros a la selva y lentamente comenzamos a ganar altura, dejando los 1000 metros hasta llegar casi a los 2000 metros sobre el nivel del mar.
En el camino fuimos haciendo varias paradas y una de las mas importantes fue en el parque nacional Los Cardones, cuya entrada esta sobre la misma ruta 33 camino a Piedra del Molino en el km 97 (y en km147 a Payogasta esta su sede administrativa).
Finalmente llegamos a Cachi, que es una postal detenida en el tiempo y enclavada en el corazón de los valles Calchaquies. Con sus calles angostas de piedra, las casas de típico estilo colonial, construidas totalmente con los materiales de la región, la madera de cardón, el adobe sus pisos rústicos, invita a desenchufarse.
Cachi, es tierra de siesta y buena comida.
Nos estaban esperando en el Hotel el Cortijo para regalarnos un almuerzo espectacular que disfrutamos en un entorno de relax y armonía. El lugar tiene un silencio que sobrecoge.
Escribire sobre este hotel, en otro post mas adelante para contarles mas detalles de este hermoso lugar.
Luego de recorrer el pueblo de Cachi, su plaza, su iglesia y visitar los puestos de artesanos, partimos al Hotel La Merced del Alto, que nos alojaría en sus inmensas habitaciones para culminar una jornada impresionante.
El atardecer nos permitió disfrutar y apreciar el lugar, que se iba preparando para la noche: prendiendo los hogares, disponiendo las mantas y alistando la cocina para una magnifica cena
Y después a dormir que aun nos quedaba un mundo salteño por recorrer….