Estambul

Hace casi once años atrás visite Estambul, estando de luna de miel. En esos momentos de la vida, uno se fascina con casi cualquier cosa, pero haber sido capital de tres imperios: Romano, Bizantino y Otomano; es un hecho que ningún viajero puede dejar pasar por alto. Estambul fue en su día el centro del mundo civilizado y en sus calles ha quedado para siempre cierta dignidad que la hace distinta. No es glamour, sino nobleza.
Caótica y serena, con casi 15 millones de habitantes Estambul es la ciudad más grande de Turquía. Es imposible no encantarse con los contrastes de una ciudad demasiado oriental para ser europea y excesivamente occidental para ser asiática.
Hay tantos países que aspiran a ser un puente entre Oriente y Occidente que, cuando uno lo lee escrito en una guía, tiene la primera tentación de no creérselo. Sin embargo, Estambul es el puente entre Asia y Europa.
La visita a Estambul puede ser todo lo larga que el visitante quiera, en cada esquina nos ofrece una interesante excusa para pararnos. Esta es mi selección de lo más destacado. Sólo queda añadir la experiencia personal y otros muchos lugares interesantes que hacen que cada viaje sea diferente.
El barrio de Sultanahmet concentra la mayor parte de los monumentos. La parte antigua de Estambul, reconocible desde la distancia gracias a las siluetas de los minaretes de sus mezquitas, de las murallas y de las torres del palacio de Topkapi, ha sido helénica, romana, bizantina, otomana y republicana. Sus primeros pobladores, allá por el año 650 a. C., se vieron seducidos por su ubicación estratégica para el comercio entre mar de Mármara y el mar Negro.
De los restos que dejaron los primeros pobladores, destacan las cisternas o Yerebatan Saray, una construcción subterránea que hoy se utiliza para dar conciertos por su acústica acuática y cantarina.
Yerebatan
Justo al lado de la entrada a las cisternas, se extiende la explanada de la plaza de Sultanahmet: a un lado Santa Sofía y al otro, la Mezquita Azul, la más grande de la ciudad de Estambul.
Hacia el mar, la entrada al Palacio de Topkapi
La iglesia de Santa Sofía es sin duda el símbolo de Estambul. Reconocible por su gran cúpula, esta iglesia reconvertida en mezquita durante el Imperio Otomano, ha sido remodelada en numerosas ocasiones, aunando su origen cristiano con la tradición de las construcciones religiosas del islam. Es esta mezcla de estilos casi opuestos pero con tanto en común, lo que le da ese aire tan especial.
Otros de los lugares que merecen la pena visitar en la península histórica son el Gran Bazar y la mezquita de Solimán. 
El Gran Bazar es uno de los más grandes del mundo y una cita ineludible para todos los visitantes que recalan por primera vez en la ciudad. Tiene un total de 58 calles interiores y más de 4.000 tiendas. En el bazar podrás comprar hasta lo inimaginable, desde lo más habitual como especias, pastelería típica, telas, recuerdos varios, hasta oro al peso. Eso sí ¡es imprescindible regatear y mucho! El precio inicial puede ser de hasta el doble del precio al que podrás llegar negociando. Los habitantes de Estambul son diplomados en ‘perseguir’. O lo llevan en la sangre o desde luego tienen unas escuelas de vendedores que ya querría tener COTO… Te persiguen por la calle para venderte todo tipo de productos, y no pasa nada si les dices que no te interesan, ellos harán LO QUE SEA, para que te gusten. Conocen todos los trucos: nadie está a salvo. Muchos chapurrean el castellano  y saben nombres de jugadores de fútbol con los cuales embelesarte.

La Mezquita de Solimán el Magnífico Junto con el pequeño templo de Rustem Pasa, ésta es la mezquita más bonita de Estambul. Forma parte de un complejo religioso mucho más amplio que incluye un hospital, unos baños públicos, una escuela coránica, seis centros teológicos, numerosas tiendas y el mausoleo al sultán Soliman y su esposa. 
Está prohibida la venta de alcohol en los lugares cercanos a las mezquitas, y prefieren perder clientes a servirte una cerveza. En algunas zonas, las mujeres llevan burkas negros desde la cabeza hasta los pies, en otras solo pañuelos, y en las zonas más modernas ni siquiera llevan nada
Otro de los barrios míticos de Estambul es Eyüp.y sobre la colina el famoso café Pierre Loti, famoso por ser el favorito de este escritor francés. A este establecimiento se puede acceder a través de un teleférico que nos ahorrará unas buenas cuestas.
Desde sus mesas, frecuentadas tanto por lugareños como por turistas, se observa el Cuerno de Oro de principio a fin, así como los cementerios de los alrededores. Supongo que suena tétrico, pero en Estambul los cementerios forman parte de la ciudad. Es habitual encontrar en las partes antiguas de la ciudad pequeños jardines alrededor de casas, con tumbas.
A propósito del Cuerno de Oro, su nombre viene de los matices áureos y violetas que reflejan sus aguas al atardecer.

No me gustaría terminar, sin mencionar un espectáculo maravilloso: escuchar al atardecer como las mezquitas que van llamando a la oración, están iluminadas y desde la lejanía se oyen cantos árabes. La mequita Azul llama a la oración, Santa Sofía contesta desde la otra colina. La magia o los dioses o el universo entero se conjugan y hacen que la experiencia sea inolvidable.

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